Gabriel Santos, natural de Madrid, experimentó ayer el suceso más emocionante de su vida cuando, después de reciclar varias botellas de vidrio en un contenedor de su calle, frotó tres veces su superficie para limpiarse la mano y se le apareció la joven activista Greta Thunberg dispuesta a concederle tres deseos.
“Soy fan de Greta y sabía que era muy de ir a los sitios para concienciar a la gente, pero no hasta estos extremos”, comenta Santos. El hombre explica que le pidió a la joven “que me tocara la lotería”, pero ella le convenció de que primero debía poner a salvo el planeta para poder disfrutar muchos años de ese premio que tanto deseaba. “Y es cierto, tenía razón: ¿Para qué quiero el dinero si el planeta acaba siendo inhabitable?”, razona el hombre.
Habiendo pedido finalmente un planeta limpio como primer deseo, Santos eligió “un coche nuevo” como segundo deseo, a lo que Thunberg replicó que “es más inteligente desear un transporte sostenible que haga innecesario el coche”. Y Santos, de nuevo, se rindió ante la lógica de Thunberg: “Ella es capaz de ver más allá de los deseos inmediatos”, admite.
Finalmente, Santos pidió como tercer y último deseo “un chalé con jardín”, a lo que la activista respondió que “para que ese jardín sea duradero, primero hay que desear que el hombre pueda poner fin al calentamiento global con una voluntad política efectiva y que pase de las intenciones a los hechos”.
“Total, que los tres deseos se traducen en que tengo que seguir reciclando vidrio porque si no cuidamos el planeta nada de lo que deseemos tendrá sentido”, concluye el hombre.
Greta Thunberg concedió los tres deseos del madrileño -reciclar, reciclar y reciclar- y se apareció en Valencia, donde un niño acababa de frotar tres veces la superficie de otro contenedor.
