Después de años desconfiando de los alumnos que decían que su perro se había comido los deberes, la pandemia ha brindado a los profesores la oportunidad de comprobar que han sido tremendamente injustos. La educación a distancia les ha mostrado a través de las videoconferencias cómo los perros, efectivamente, gustan de devorar deberes y lo hacen sin que los niños puedan evitarlo.
«Perdón, perdón, perdón. Es todo lo que podemos decir. Nos parecía muy raro pero qué sabremos nosotros de perros. ¿Acaso somos veterinarios? Tenemos que escuchar más a los niños y tomarnos en serio sus explicaciones», comenta el pedagogo Javier Gil López. Él mismo reconoce que ha dudado siempre de la excusa del perro comiéndose los deberes.
Los maestros, avergonzados, lamentan ahora haber creído que un perro podía «lamer la mermelada en la leyenda urbana de Ricky Martin» y sin embargo haber dudado de un incidente tan común en los hogares con mascotas.
Las redes sociales se han llenado estos últimos meses de capturas de pantalla donde se puede ver a alumnos atendiendo desde sus ordenadores mientras, en un segundo plano, un perro engulle libretas y libros de texto.
«¿Podemos seguir dudando de que una abuela pueda morir dos o tres veces, coincidiendo siempre con la convocatoria de un examen? Yo creo que ya no, pienso que tenemos que valorar la posibilidad de que estas desgracias ocurran y no sean inventos», reflexiona Gil.