El cineasta Woody Allen, reconocido admirador del jazz, ha admitido hoy que recurre a un doble de acción cuando toca el clarinete con su banda una vez a la semana en el Café Carlyle de Nueva York.
“No tengo capacidad pulmonar suficiente ni tampoco tiempo”, argumenta el director. Los miembros de su banda ni siquiera lo conocen personalmente.
El doble en cuestión, delgado, canoso, con nariz aguileña y gafas de pasta, se hace llamar Johnny Jazz y también es quien selecciona la banda sonora de las películas de su empleador. “No tengo mucha idea de jazz pero es el género musical que más rollo tiene para el tipo de cine que yo hago”, explica Allen.
El neoyorquino confiesa también que hace más de diez años que no va al psicoanalista “porque siempre estoy con rodajes o escribiendo cosas”. Por tanto, es el doble de acción quien acude a la consulta “ya que da el pego, se parece mucho a mí si no te fijas demasiado”.
“Es un trabajo que podría hacer cualquier judío de más de 60 años”, apunta el cineasta y actor.
“Joder, hace como mínimo treinta años que no piso Nueva York”, añade nostálgico desde su casa en Los Ángeles.