¿Cuánto tiempo lleva usted sacando fango, señor ‘Calumnias’?
Diez años. Desde que murió mi padre. Él era el ‘Calumnias’ y a mí me llamaron el ‘Calumnias chico’ pero cuando murió me convertí en el ‘Calumnias oficial’. Llevo en la sangre el oficio.
¿Quiénes son sus principales clientes?
A ver, yo eso no lo digo. Yo saco fango y ya está. Lo pongo aquí [señala unos cubos] y luego ya lo reparten por toda España. Yo no hago preguntas: saco fango. Esto es un trabajo. Sin más. No hay que darle tanta importancia, no le veo el interés. Yo saco fango, ya digo. Lo que hagan con el fango luego a mí no me interesa. Yo me centro en lo mío que es sacarlo, como hacía mi padre.
Pero luego el fango se usa para destrozar vidas de personas.
Mira, yo vengo aquí por la mañana y saco fango hasta las cinco de la tarde. Y a esa hora apago a Marisa, la máquina del fango, que así la llamo, caiga quien caiga. A las cinco paro, no echo ni una hora más, ni siquiera en campaña. Es que más rato no se puede sacar fango, porque Marisa lo pasa mal. Se calienta y eso. No es que yo no quiera echarle más horas, que tampoco, ¿eh? [Risas] Es un buen trabajo. Honrado.
No es muy honrado sacar fango.
El fango no es malo, lo malo es lo que le echan.
Y la máquina, Marisa, ¿quién la construyó? ¿Qué se sabe de ella?
¡Es más vieja que yo! [Risas] Esto ya lo manejaba mi abuelo, que era funcionario del Ministerio de Interior de cuando Franco. Aunque él no era franquista ni nada, pero le dieron el trabajo porque teníamos un primo que conocía a alguien que conocía a alguien. Luego mi padre y ahora yo. Yo he jugado con el fango toda mi vida, porque a veces mi padre lo traía a casa y hacíamos figuras con él, para distraernos. Pero vamos, que esto es de cuando Franco. Antes sí que se hacían buenas máquinas y no ahora, que vienen todas de China, cojones. Mira lo que te digo: una máquina de fango como esta no la hay en el mundo. Pero ni idea de dónde salió.
¿Cuánto fango saca Marisa al día?
No mucho. 10 cubos. 15 cubos un día bueno. Pero cada día sale algo. Cada día. La máquina no para. Fango siempre hay. Hay que confiar.
¿Le gusta el trabajo?
Bueno, es mejor esto que un Zara.
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