La prensa ha podido saber que la boda que Marisa Conesa, de 27 años, celebró el pasado fin de semana era tan pequeña y familiar que no invitó ni a su novio. “Quería una cosa íntima con mi gente más cercana”, ha explicado la recién casada a los reporteros. Fuentes cercanas a la pareja apuntan que Rubén, el novio, no fue invitado porque, si se le invitaba a él, luego habría que invitar también a sus padres, hermanos y amigos, y la boda se les empezaría a ir de las manos.
El enlace se llevó a cabo en una casa rural de Segovia y solo acudieron siete personas: los padres de Marisa, su abuela, sus dos hermanas, dos primas y una amiga. “Estaban los que tenían que estar”, se sincera Marisa. La ceremonia fue muy emotiva y, aunque eran pocos, se lo pasaron muy bien. “Me habría gustado que Rubén hubiera podido estar, especialmente en el momento del ‘Que se besen’, pero por suerte lo hemos grabado todo en vídeo”, explica Marisa.
Como la pareja solo lleva cinco años de relación, Marisa no ha querido invitar a su compañero sentimental y dejar fuera a gente que conoce desde hace mucho más tiempo. “Todavía no somos tan cercanos”, dice. La joven ni siquiera ha invitado al hijo que tuvieron hace dos años. “A mis padres y a mis primas los conozco desde siempre, en cambio a mi hijo solo lo conozco desde 2022”, aclara.
Este fin de semana, Marisa se irá sola de Luna de Miel porque también quería hacer un viaje sencillo e íntimo. “A mí no me gusta el turismo de pulserita”, asegura. “Iré unos días a París a ver museos y a desconectar en la ciudad del amor”, añade. “Prefiero que no venga Rubén porque así me obligo a hablar con la gente y practicar el francés”, concluye.