Un café cultivado en Java, Indonesia, y sometido a los más exigentes controles de calidad para asegurar sus óptimas cualidades organolépticas ha empezado a sospechar esta mañana que ha sido molido al momento y servido minutos después con el único objetivo de que el consumidor tenga ganas de hacer caca. «Años de trabajo, el cultivo más exclusivo, para provocar un efímero apretón», señala la bebida con pesar.
«Estamos hablando de un café elaborado con trillado húmedo, es decir, llevado a cabo cuando ni el grano ni el pergamino están secos. Es un proceso mucho más complejo que el trillado seco y requiere mucha energía y fricción. Pero el objetivo siempre es el mejor sabor, los matices especiados y dulces, el equilibrio perfecto. Y la persona que se lo está tomando solo quiere echar un ñordo», protesta el café de especialidad.
Mientras el café penetra en el estómago del consumidor, que ya está sentado en el váter haciendo scroll en Instagram, recuerda que las islas de Indonesia tienen unas precipitaciones anuales de más de 2000mm, una humedad relativa del aire en torno al 70-80%, y son proclives a sufrir tifones y lluvias torrenciales, por lo que los agricultores tienen que hacer todo lo que esté en sus manos para acortar el tiempo de secado del café y lograr que el proceso de elaboración llegue a buen puerto aunque a la persona que acaba bebiéndolo le traiga sin cuidado el sabor porque lo apura en dos largos sorbos con el único objetivo de cagar y aliviarse mientras disfruta en mayor medida de los vídeos estúpidos de gatos que del exclusivo café.
La experiencia ha servido al café de especialidad para tomar conciencia de que todo es fútil y de que ni el más esmerado trabajo nos libra de lo contingente, pues tarde o temprano todas las cosas bonitas de este mundo se van a la mierda.
