Las personas que recurren a soluciones de almacenamiento, lejos de guardar muebles o trastos viejos lo que buscan es tener un espacio al que poder acudir de vez en cuando para gritar, según se desprende de un estudio de mercado publicado esta semana. “Es una necesidad creciente la de quitarse de encima toda esa frustración en espacios pensados para ello”, explica a El Mundo Today un portavoz de la empresa Bluespace, especializada en alquiler de trasteros.
Cuatro de cada cinco personas que alquila un espacio tipo guardamuebles aprovecha ese espacio íntimo para desgañitarse o llorar y muchas, al cabo de un tiempo, ya ni siquiera usa el almacén para guardar objetos físicos, sino para acumular ahí las desgracias que prefieren no dejar en casa. “Al final los sentimientos en casa estorban y es mejor tenerlos en las afueras”, explica Isabel Caudal, que acude dos o tres veces al mes a un almacén a insultar, a grito pelado, a su jefe, a su marido y a sus hijos porque en casa esos improperios son, lógicamente, “una molestia para todos”.
Así, empresas como Roarbox, ya no ofrecen soluciones para guardar bicicletas o esquíes que ya no se usan, sino para almecenar la frustración, “los gritos desgarrados de quien se siente atrapado”.
Pese a todo, el estudio señala que en España el lugar preferido para ir a gritar sigue siendo el cine.