Mientras preparaba un sofrito, María Ángeles Suñé, de 72 años, dividió accidentalmente un átomo al picar una cebolla con con su cuchillo, liberando así más de un centenar de millones de electronvoltios de energía y generando una explosión nuclear en su cocina, que tendrá que pintar de nuevo, según ha podido saber la prensa. “Ni fisión ni fisián. A mí es que me gusta la cebolla muy fina, que si no luego me encuentro trozos y me da angustia”, se ha defendido la mujer ante los periodistas.
Según dice, se dio cuenta de que algo no iba bien al empezar a ver chispazos después de partir el núcleo de un átomo por la mitad. “Los protones para un lado, los neutrones para otro y pensé: uy, María, esta cebolla no está bien. Pero no, fui yo”, ha explicado María. “En el momento de partir el átomo llevaba las gafas del cerca y por eso pude ver a los protones salirse de la órbita generada por el núcleo atómico”.
“No es genial, no es terrible”, se dijo a sí misma el ver el halo de luz blanca.
María Ángeles no es ajena a la física de partículas, dado que ya tuvo un incidente colisionando hadrones sin querer un día que, según ella, se entusiasmó demasiado con el centrifugador de verduras. “La ensalada quedó seca porque se desintegró la lechuga pero a cambio pudimos estudiar la estructura de la materia y entender algunas leyes fundamentales del universo”, ha explicado la mujer.
Tras la explosión nuclear el piso de Maria Ángeles debería ser evacuado y descontaminado por profesionales ataviados con trajes especiales y un contador Geiger-Müller pero la mujer ha impedido a nadie entrar a su cocina porque ella sabe dónde tiene sus cosas y ha insistido en que quitará la radiactividad ella misma “con una bayeta y paciencia” mientras escucha la radio.