Jesucristo está en todas partes. Por ese motivo, muchos inquilinos suelen dudar sobre si la persona a la que pagan el alquiler cada mes es en realidad el hijo de Dios. Por suerte, para evitar confusiones, a continuación nuestros expertos de Idealista te muestran cinco señales de que tu casero es Jesucristo.
El alquiler te lo cobra un cura acercándote una bolsa para ofrendas. Antes te ha entregado algunas partes del cuerpo de tu casero para que te las comas.
Nunca tienes pan y agua, pero siempre tienes vino y pescado en casa. Esta es una de las señales más claras de que tu casero es Jesucristo.
Tu casero se hace llamar Jesús Religionez, tiene pelo largo, barba y unos abdominales perfectos. Por mucho que intente esconder su identidad real, si cumple estos requisitos es casi seguro que sea Jesucristo.
Tu casero siempre lleva una molesta y dolorosa corona de espinas. También tiene estigmas en manos y pies y, a menudo, llora gotas de sangre.
Siempre tienes que ir tú a ver a tu casero porque está crucificado y no se puede mover. Aunque a priori esto puede referir a cualquier casero, si se junta con las otras opciones lo más lógico es que estés viviendo en uno de los muchos pisos que Jesucristo tiene en propiedad.
