La falta de oportunidades en el sector ha obligado a Juan Fidalgo Palomino, un actor de microteatro de 23 años, a trabajar de camarero en un minibar para llegar a fin de mes. El artista lamenta que el sueldo también sea mini, pero reconoce que, de momento, es la única manera de poder seguir pagando las facturas. “Estoy cobrando el salario mínimo interprofesional”, dice.
Fidalgo reconoce las dificultades de servir a los huéspedes de los hoteles desde el minibar. “Se pasa mucho frío”, se queja. Uno de sus objetivos es comprarse un Mini o un Nissan Micra, más barato, para poder ir del hotel al microteatro en el que protagoniza una obra sin llegar tarde. “Estamos haciendo una versión del Jovencito Frankestein muy chula”, explica con ilusión.
Irónicamente, el joven actor sueña con convertirse algún día en alguien grande dentro de la industria. “Me gustaría hacer grandes películas y que mi cara saliera en enormes carteles en la calle”, insiste. También ha ensayado millones de veces el discurso que daría al recibir la estatuilla por ser el mejor actor, pero de momento tiene que abrir un minibotellín de vodka para la pareja de la habitación 127.
Aparte de soñar con dejar el hotel y triunfar en el cine y el teatro, Fidalgo fantasea con retirarse relativamente joven y dedicar su vejez a jugar al minigolf con otras estrellas del celuloide.