Mientras en el resto del mundo los primeros usuarios de las Apple Vision Pro, las gafas de realidad virtual de la empresa californiana, comienzan a utilizar el nuevo visor como indica el fabricante, en nuestro país uno de los primeros afortunados en probar el dispositivo, Mateo de la Fuente Pérez, no ha tardado ni tres minutos en adaptar el aparato a sus preferencias atándolo a un cordel con la bandera de España. «Las uso para ver de lejos pero luego, para leer, me las dejo colgando en el pecho y así no se me pierden», explica.
«Cuando como, se me acumulan las migas de pan en las gafas, porque son muy anchas. Eso lo tendrían que mejorar», explica este early adopter natural de Valbuena de Joñal, que se define como fan de Apple, «tanto de los teléfonos como de la fruta». Los hijos de Mateo aseguran que el espectáculo de ver a su madre y a su padre sacudiendo en el balcón el mantel y las Vision Pro respectivamente es «lamentable». Creen que, si Apple supiera cómo usa este señor su nuevo producto, exigiría su devolución.
Para limpiar el visor, Mateo pone las Vision Pro debajo del grifo de la cocina y las frota «con una gotita de Fairy». Además, planea añadir al dispositivo «unos cristales oscuros de esos que se abren y se cierran, para usarlas como gafas de sol cuando salgo a la calle».
En cuanto a la llamada «realidad mixta», Mateo admite que aún no la ha probado. «No las he comprado para ver marcianitos sino porque son anchas y te envuelven toda la cara, de manera que cuando hace ventolera te protegen toda esa zona», dice.
El hombre lamenta que en la mercería donde ha comprado el cordel le hayan cobrado 60 euros al saber que lo iba a usar con las gafas de Apple. «El cordel de las gafas normales es de la misma marca y no me he querido arriesgar con otro por si no eran compatibles», comenta con resignación.