«Los oriundos se refieren a ella como la ciudad del amor». Con estas palabras, el experto viajero Jorge Rodríguez obsequiaba ayer a unos amigos con inestimables píldoras de sabiduría sobre la capital de Francia, que como se encargó él mismo de aclarar, «se llama París».
Rodríguez lleva toda la vida viajando y dice que su especialidad son los llamados «lugares de interés». Los otros, dice, los que no tienen interés, «por algún motivo nunca me han interesado». Este hombre se esfuerza por no abrumar a sus amistades con datos, pero al mismo tiempo considera absurdo no compartir lo que sabe sobre ciertos enclaves turísticos. «¿El conocimiento para qué está? Para sacarle algún provecho. Y no sería justo guardármelo solo para mí. Siempre, siempre viene bien estar informado de las cosas. Y, como digo yo, el saber no ocupa lugar», dice.
El viajero se considera un «sabio de los de antes, que comunica sus conocimientos a través de la oralidad». Esta es su excusa para no sentarse a escribir una guía de viajes «comme il faut», expresión francesa, según se encarga de aclarar, que significa «como es debido». «Y el francés nos lleva de nuevo a París, porque París es ni más ni menos que la capital de Francia», sentencia. «Y no porque lo diga yo», subraya.
Presume Rodríguez de ser capaz de recitar «como una metralleta» datos muy concretos sobre las principales ciudades del mundo. «¿Nueva York? Estatua de la Libertad. ¿Berlín? El muro, que lo rompieron. ¿China? La Gran Muralla, que aún está de pie y que se ve desde el espacio. ¿El espacio? La Luna. Y así puedo estar horas y horas. ¿Londres? [Rodríguez se queda callado unos instantes] Pues Londres… autobuses de dos pisos», resuelve finalmente.
Con entusiasmo, el experto recitó a sus colegas algunos lugares parisinos ineludibles «para los que no se conforman con pasar de puntillas por los sitios». Les habló de la Torre Eiffel, «gran exponente de una disciplina artística conocida con el nombre de arquitectura». También recordó «un museo lleno de cosas consagradas, como La Monalicha o la dama sin brazos, es un museo en el que estuve y que se llamaba algo así como El Lúgubre». Admite que su memoria falla con la edad, pero aún es capaz de recordar el Arco de Triunfo, del que supone que viene la expresión «pasarse las cosas por el arco de triunfo».
«Si vais a París, tenéis que probar las baguettes, que son el pan de allí», añade con la mirada perdida, dejando que el conocimiento que alberga en su interior se vaya manifestando. «La toma de la Bastilla la tenéis que hacer porque es típico de allí», dice. «Y las crêpes, que es mejor que no preguntéis qué llevan porque hay que dejarse llevar», añade.
«Si hay algo que define París es Francia», asegura. «Y ahora me callo, porque si lo das todo hecho se pierde el factor sorpresa», reconoce para concluir.
