«Es muy difícil gobernar así», se lamentó ayer por la tarde Yolanda Díaz, cuando, al regresar a su despacho después del intenso pleno del Congreso celebrado en el Senado, se encontró a Pablo Iglesias sentado en su silla, con los pies encima de la mesa.
«Llegué cansada y dejé el abrigo y el bolso encima de la silla sin mirar, y de repente oigo ‘Eh, eh’, y era el señor Iglesias, que se había repantingado allí y estaba curioseando, husmeando entre mis papeles», relata la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo. «Insisto: así es imposible», dice.
Díaz le preguntó a Iglesias si iba a quedarse mucho tiempo en su despacho, ocupando su sitio, y él respondió que había un taburete en una esquina, si lo que quería era sentarse. «Me fijé en mi ordenador: lo estaba usando para ver el Twitch de Facu Díaz», denuncia la vicepresidenta.
Harta de la presencia de Pablo Iglesias, Yolanda Díaz optó por irse a casa. Antes de abandonar el despacho, pudo oír a Iglesias decir «il pilitiquio ni irrigli lis priblimis di li ginti», burlándose claramente de unas declaraciones que ella misma había ofrecido horas antes a los medios.