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Acude a una cena de antiguos alumnos y le sirven el plato de verdura que dejó a medias en el colegio en 1979

LA AFECTADA SE QUEJÓ AL CAMARERO, QUE LA CASTIGÓ SIN POSTRE

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Sorpresa mayúscula la que se llevó ayer la sevillana Clara Grima, de 52 años, al acudir al restaurante El Braserío para celebrar un encuentro con sus antiguos compañeros del colegio. Aunque la mujer pidió una pizza carbonara, el camarero le sirvió un plato de judías con patata hervida con un aspecto lamentable, según atestigua la afectada, que protestó diciendo que ella no había pedido aquello. Desde el restaurante le informaron de que eran «órdenes del colegio».

«Estaban tan convencidos de lo que estaban diciendo, insistían tanto en que no dependía de ellos, que hice memoria y finalmente recordé que hace la tira de años, en el comedor del cole, había dejado a la mitad un plato de verdura, y me dijeron que, si no me lo terminaba, me lo volverían a servir y me tendría que enfrentar al plato hasta que lo vaciara entero», explica Grima, que defiende que ahora es «una persona adulta» y que la verdura en cuestión «está intomable, evidentemente».

La intransigencia del personal del restaurante hizo que la exalumna pasara toda la cena dándole vueltas a la comida con el tenedor, sin probar bocado, mientras el resto disfrutaba de sus pizzas con normalidad. «Dicen que en estos encuentros de repente vuelves a cuando eras pequeña y, en mi caso, ha sido así pero de forma muy cruda, la verdad es que me ha afectado», lamenta Grima.

La mujer tuvo que soportar las burlas de sus excompañeros de colegio, que le arrojaron migas de pan «como hacían entonces, ante la pasividad de los maestros, en este caso de los camareros».

«Clarita, hija mía, son cosas de niños, te tienes que defender por ti misma, yo no puedo ir detrás de ti protegiéndote», insistió el camarero, al que Grima tuvo que recordar que «ni yo soy una niña ni usted debería consentir que en su local la gente se comportara de esta manera, que ya peinamos canas». Para su sorpresa, la réplica le valió a Grima un severo castigo: se quedó sin postre y sin chupito de invitación y además la trasladaron a una mesa vacía, donde se quedó de cara a la pared con el plato de verdura enfriándose y criando moho delante de sus narices.

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