«Tu jet privado es una cafetera, macho». Con estas palabras sentenciaba el cuñado de César Peñaranda Pacheco, a quien le tocó la lotería el pasado día 24, la última adquisición del afortunado. Dando golpes al fuselaje con la palma de la mano, insistía: «te han tangado, hombre, la próxima vez me consultas antes».
El cuñado de Peñaranda, que no ha viajado ni siquiera en un avión comercial normal y corriente, no necesitó más de tres segundos para concluir que el Gulfstream G550 recién adquirido por su familiar es «poco más que chatarra».
Tumbado en uno de los confortables asientos del jet, el cuñado rememoraba la compra de su Opel Insignia «a precio de ganga, el mismo al que lo compran los del concesionario». Se detuvo a repasar los viajes que ha hecho con el automóvil en los últimos diez años. «Es como un tanque este coche. Esto, en cambio… bueno, chico, qué le vamos a hacer, puedo ayudarte a darle salida en Wallapop», agregó. Luego criticó también el champán que le acababan de servir. «Donde esté un buen Lambrusco…», dijo.
«Te reto a una carrera, tú en esta cafetera y yo conduciendo el Insignia, a ver quién llega antes a Bilbao», declaró finalmente el cuñado de Peñaranda, que pese a sus críticas tiene intención de pasar todo el fin de semana con la familia en el avión.