En el marco del primer desplazamiento internacional tras ser investido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha mantenido esta semana en Jerusalén una reunión con el presidente de Israel, Isaac Herzog, y con el primer ministro, Benjamin Netanyahu, con el fin de convencerles para que abandonen la respuesta desproporcionada del país a los ataques de Hamás. La estrategia del español ha consistido en «desviar el foco de atención» precisamente hacia la capital de España, donde Sánchez insiste en que «hay un hospital que alberga radicalismo neoliberal potencialmente devastador».
El mandatario español ha asegurado a Netanyahu que es urgente interrumpir el hostigamiento a la población palestina y «concentrar la ofensiva donde no haya víctimas inocentes», poniendo como ejemplo el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, construido durante la pandemia por orden de Isabel Díaz Ayuso, y que, según el socialista, «está vacío porque no hay médicos ni pacientes, pero es un símbolo de una ideología radical y contraria al progreso».
Cuando los representantes del pueblo israelí han preguntado a Sánchez por qué no ordenaba él mismo los bombardeos a ese centro sanitario supuestamente peligroso, el presidente español ha argumentado que «Israel ya ha roto su compromiso con los Derechos Humanos y ha normalizado la destrucción de hospitales y escuelas, pero esa línea roja en mi país aún no se ha traspasado». Ha confesado que «si lo hago yo, la oposición se pondrá insoportable».
Isabel Díaz Ayuso ha anunciado horas más tarde la adquisición urgente, encargada a su hermano, del Escudo Antimisiles Isabel Zendal, con un coste aproximado de 20 millones de euros.