«Señores, me van a tener que acompañar a la otra mesa, la del fondo». Con estas palabras, y con el tono más conciliador posible, se dirigió ayer José Ángel Sánchez Roca, dueño del restaurante Meconio de Talavera de la Reina, a los comensales de una mesa de ocho personas cuya conversación se había degradado con comentarios soeces y simplones, chistes de pedos y otras ocurrencias propias de los niños. A regañadientes, sin entender nada, los señores tuvieron que sentarse al lado de sus hijos, que estaban hablando de la serie La patrulla canina en la mesa de los niños. En la mesa de los adultos solo quedaron tres personas.
Las primeras quejas tuvieron que ver con la comida, pues se les sirvieron espaguetis con tomate y salchichas en vez de los estofados de rabo de toro y los jarretes de ternera que habían pedido. Tampoco la bebida fue la que querían: el vino se sustituyó por limonada. «Vaya puta vergüenza, chaval», se quejaba uno de los hombres, provocando miradas de sorpresa y vergüenza entre los niños. Luego, empezaron a criticar las habilidades culinarias de sus mujeres y, a modo de protesta, tiraron migas de pan en sus propios vasos, exigiéndole al camarero que trajera vino. Los menores reían a carcajadas, estupefactos por el comportamiento de los comensales.
Superada la sorpresa inicial, los niños suplicaron al dueño del restaurante que los trasladara a la mesa de los adultos, o que preparara una mesa de los niños no tan niños para no tener que seguir comiendo con aquellos señores desagradables y gritones.
Ya atados a una farola en la entrada del establecimiento, los clientes, de entre 35 y 62 años, se sacaban con los dedos los restos de comida de entre los dientes y gritaban para que sus mujeres salieran del local y se los llevaran a casa. Dos horas más tarde, dejaron reseñas negativas del restaurante en Tripadvisor.
