«¿Seguro que estaba bien etiquetado? Señor, no se ponga nervioso y, sobre todo, no me grite». Así respondía esta mañana Alberto Pino a uno de los máximos directivos de la compañía Iberia tras la desaparición de un Airbus A319 valorado en casi 90 millones de euros. Pino lo perdió nada más bajarse de la aeronave, al llegar al aeropuerto de El Prat, en Barcelona.
«El año pasado, Iberia me perdió una maleta y me tuvo unas cuantas horas haciendo cola en un mostrador. Ahora son ellos los que me suplican. Les digo: ‘¿A que jode?’ Y vaya si les jode. No se pueden creer que haya perdido algo tan grande. ¿Pero sabes qué? Mi maleta también era grande y la perdieron», explica Pino. «Que rellenen mi formulario y esperen», añade.
La pérdida de un ejemplar tan valioso de la flota está perjudicando seriamente la imagen de la aerolínea y ha soliviantado a sus accionistas. «Han puesto a varios empleados a esperar en las cintas de los equipajes, a ver si sale. Están desesperados», relata el vengativo pasajero.
Aunque sigue haciéndose de rogar, Alberto Pino confiesa que el avión «tendrá que aparecer» dentro de dos días, como muy tarde, pues su esposa está «harta de que regrese de los viajes con trastos que no necesitamos».