Hoy es el primer lunes de septiembre y millones de españoles vuelven de vacaciones mientras que sus maletas apurarán un poco más y lo harán la semana que viene. «Qué envidia, acabo de regresar de Nueva York pero mi maleta se ha ido a Los Ángeles y ahora estará toda la semana viajando mientras a mi me toca pringar en la oficina”, relata Guillem Colomer Campos, de 32 años.
Este también es el caso de Juan Ogáyar Navarro, un joven de Valencia que ha vuelto hoy a primera hora a su trabajo en la fábrica mientras su maleta, una Samsonite S-Cure de cuatro ruedas, está volando en dirección a Buenos Aires. «Nos despedimos en el aeropuerto de París, espero que lo pase genial y que saque fotos, porque la cámara iba dentro», dice.
Muchos pasajeros presionan a las aerolíneas para que las maletas acumulen puntos por los miles de kilómetros que hacen, pero las compañías se niegan en rotundo, al tiempo que defienden sus largos periodos de tránsito: «Las maletas están diseñadas para viajar, no podemos tenerlas encerradas en un armario porque se deprimen», insisten desde Iberia.
El caso de las maletas inteligentes es diferente. Este tipo de equipaje, cuando se separa de su dueño, suele independizarse y empezar una nueva vida. De hecho, ya hay ciudades cercanas a algunos aeropuertos cuya única población son maletas inteligentes que han creado su propia sociedad. Con todo lo que albergan en su interior, no les falta de nada y son autosuficientes.