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Coincide con su jefe en un atasco y este baja la ventanilla para recordarle que está llegando tarde al trabajo

"A VER QUÉ HACES, PORQUE A ESTE PASO NO LLEGAS", LE HA DICHO

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Esta mañana, Jesús Pastor, empleado de la sede barcelonesa de Jenkins&Co., se ha quedado atrapado en medio de un atasco en la Ronda de Dalt provocado por un accidente. Mientras se mentalizaba de que iba a llegar como mínimo quince minutos tarde a la oficina, se ha fijado en que, a bordo del coche de al lado, iba su inmediato superior.

«Nos hemos mirado al mismo tiempo, ha bajado la ventanilla y me ha hecho un gesto para que la bajara yo también. Pensaba que iba a saludarme y a lamentarse de la mala suerte que ambos compartíamos, pero nada más lejos», relata Pastor. «Lo primero que me ha dicho ha sido: ‘A este paso no llegas, y tienes mucho que hacer'», explica. El jefe iba señalando todos los coches detenidos justo delante del del empleado «como preguntándome qué pensaba hacer al respecto».

Pastor ha creído en un primer momento que el hombre estaba bromeando. «¡Ojalá hacer así con una varita y que desaparecieran!», ha comentado con una sonrisa. «Si hubiera varitas, no me haría falta pagarte un sueldo, Jesús. Tendrás que buscar una solución», ha respondido el jefe muy serio. Luego ha añadido: «¿A ti no te gustaba la Fórmula 1? Piensa opciones, Fernando Alonso, porque en ocho minutos te quiero en tu puesto y voy a necesitar un café bien cargado, y no de la máquina sino de la cafetería de abajo, y a esas horas siempre hay cola».

Tras escuchar las palabras del jefe, Pastor ha bajado del coche, ha abierto la puerta del coche de su jefe y le ha dado un puñetazo en la boca, rompiéndole un diente. Mientras el ejecutivo se reponía de la contusión, el empleado lo ha agarrado por la solapa, lo ha sacado del automóvil a rastras y ha continuado agrediéndole con más puñetazos y también con patadas. Cuando el jefe estaba en el suelo ensangrentado y medio inconsciente, Pastor ha abierto el maletero de su coche con parsimonia, ha cogido un pequeño extintor y le ha abierto el cráneo a la víctima, que ha muerto en el acto.

«Al final he llegado a la ofi a y treinta y cinco. No es grave porque creo que hoy el jefe no va a poder venir», ha comentado en voz alta ya de nuevo en su coche, justo cuando los coches empezaban a avanzar al fin.

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