En la tarde de ayer, Enrique Tablote, un hombre de 35 años natural de Madrid, acudió a terapia con el cadáver de su padre para demostrarle a su psicóloga que sigue sus instrucciones al pie de la letra. El joven, que entre otras cosas sufre claustrofobia, se desplazó en metro con el cadáver porque la psicóloga le recomendó afrontar sus miedos.
Aunque el edificio donde se encuentra la consulta fue enseguida rodeado por agentes de la policía, Tablote se negó a entregarse porque, en la sesión anterior, la psicóloga le había dicho que tenía que dejar de ser tan sumiso con las personas que le rodean y pensar más en sus propias necesidades. En medio de la incómoda sesión, Enrique también había intentado besar a la terapeuta, como ella misma reconoce, para demostrarle que se tomaba en serio lo de tener más seguridad en sí mismo y ser más asertivo.
«Maté al padre y estoy más triste que antes. ¿Es un efecto secundario?», preguntó el paciente envuelto en sangre ante la perpleja psicóloga.
Desgraciadamente, dos de cada tres asesinatos que se producen en España se deben a malentendidos entre psicólogos y sus pacientes. El gremio ya estudia subir los precios para evitar que “cualquier loco” pueda acceder a una terapia por la privada, ya que eso “no es para todo el mundo”. A través de la sanidad pública se sobreentiende que no puede acceder casi nadie por culpa de la saturación del sistema sanitario.
Finalmente, Enrique Tablote fue detenido por la policía y ya ha pasado a disposición judicial pendiente de ingresar en prisión, algo que le motiva profundamente ya que su psicóloga le había recomendado salir de su zona de confort.