Tomando muestras de tejido durante años al pellizcar a sus nietos, Marisol Lorenzo ha conseguido esta mañana dar vida a un tercer nieto a partir de los otros dos. «Se me dan bien las plantas, pensé que podía hacerlo. En mi terraza hay mucha luz, pero no hay sol directo, y esas condiciones son ideales para la proliferación del tejido celular», comenta la anciana.
Juanjo y Paola, los nietos originales a los que ella llama «biológicos», confirman que Marisol dedicaba varios minutos a pellizcarles los mofletes siempre que se veían, algo que les resultaba molesto pero que consideraban normal en una abuela. «Te pedía que le dieras un beso y se quedaba con un poco de saliva», dice Paola.
Juan Paolo, una especie de conglomerado de carne con aspecto antropomórfico, descansa en estos momentos en un terrario que Marisol convirtió en una suerte de incubadora. «No está del todo acabado, pero ya tiene vida, que es lo más importante», señala la abuela. «Es mío, esto que quede claro», añade.
Los expertos en bioética debaten en estos momentos sobre este acontecimiento y el desafío legal y moral que plantea. A la anciana no le inquietan estos asuntos y asegura que ya está trabajando en una novia para Juan Paolo, para la que dispone de tejido extraído de las mejillas de la hija de una vecina.