«Lo midió todo mal, no retiene los nombres de los muebles, se lía… que nos espere en la guardería porque aquí no hace más que estorbar y hacernos perder el tiempo con preguntas tontas». Con estas palabras justificaba esta mañana Maite Capri su decisión de «mandar» a su marido a la guardería de la tienda de muebles Ikea. El hombre, entre protestas, ha sido conducido a este espacio, donde ninguno de los niños que en él se encontraban ha querido hacerle caso.
«Tampoco es que cuente mucho mi opinión, al final amueblará el salón como a ella le salga del coño», ha manifestado el hombre. Los niños, al oírle blasfemar, se han escandalizado. «Si no controla su lenguaje, aquí tampoco va a poder estar», le ha advertido una dependienta.
Las dos horas que Maite Capri ha dedicado a elegir «con toda la calma» los muebles que quería para su casa, el esposo las ha pasado leyendo la web del Marca. Ha tenido la suerte de contar con la compañía de otro cliente al que han «castigado» una hora y media más tarde, y con quien ha podido desahogarse.
«Como se ha portado bien y ha cargado con los bultos, le he comprado unas galletas y se las he dado a la salida de la tienda», ha explicado la mujer mientras el hombre intentaba encajar la compra en el maletero del coche entre bufidos y quejas.