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Este hombre se ha visto obligado a fingir que le interesa el fútbol, a entrenar un equipo y, tras 30 años en la profesión, presidir un club para “tener algo de qué hablar con los colegas”

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Tras sufrir la presión y expectativas ligadas al género masculino, Martín Izquierdo, un ciudadano de 52 años de Salamanca, se ha visto obligado a fingir interés por el fútbol durante años hasta el punto de aprenderse toda la normativa de dicho deporte, del que asegura no tener «ni idea», memorizar el nombre y posición de los mejores profesionales, entrenar un equipo de fútbol durante décadas y, tiempo después, llegar incluso a presidir un club. Y todo porque, según dice, de lo contrario no tendría nada de qué hablar «con los colegas».

«La verdad es que yo de fútbol no sé nada: que hay un balón y que hay once jugadores… Pero finjo que sé del tema y he dedicado mi vida a ello por tener algo de qué hablar», dice Izquierdo, considerado uno de los mejores entrenadores de Europa.

«No sé quién es Messi, te lo juro», insiste este hombre, que preferiría poder hablar con sus amigos de su pasión secreta: La tierra baldía de T. S. Eliot.

Según él, lo que le ha ocurrido es que un día en el bar le preguntaron si había visto el partido del día anterior y dijo que sí, aunque era mentira. «Y al final te vas metiendo y acabas entrenando un equipo de segunda porque al menos así puedes hablar de eso, pero claro, mis amigos hablan sobre todo de La Liga, así que me hice entrenador de Primera para que no piensen que soy, no sé, un soso», explica.

El hombre, que ahora preside un club, lamenta la «inmensa presión» que reciben los hombres españoles, que para ser aceptados socialmente tienen que saber un poquito de fútbol y acabar presidiendo un club «o, si no, te excluyen o piensan que eres aburrido».

Según el Instituto Nacional de Estadística, el 93% de los aficionados al fútbol de España son hombres que simplemente tratan de encajar socialmente y que han renunciado a hablar con sus amigos de su pasión secreta: el poema épico La tierra baldía de T. S. Eliot.

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