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El Gobierno permitirá saltarse la Ley de Protección de Datos cuando se usen «para el salseo»

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El Ejecutivo ha confirmado hoy que impulsará una serie de modificaciones en la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales con el fin de «incorporar excepciones que corrijan una limitación indeseada del salseo derivada de interpretaciones de la norma en exceso restrictivas».

Una evaluación encargada a varios expertos independientes concluyó que «hay mucha mandanga de la que nos estamos quedando totalmente out porque las noticias no rulan, y no rulan porque si te vas de la lengua te puede caer un puro».

Siempre que se pueda demostrar que se usan los datos personales para el estricto salseo y «para cotillear y estar al tanto de las movidas de la peña sin mayor interés que enterarse de las cosas», y sin que exista un abuso manifiesto o un aprovechamiento comercial de la información, la ley convenientemente modificada autorizará a difundir «al menos el nombre del pavo con el que se está viendo tal o cual persona, si tiene panoja o no, si es legal o parece un poco turbio… esas cosas, vaya, para que la gente sepa al menos de quién coño estás hablando, nada más, porque sin poder dar nombres ya ves tú la gracia que tiene contar las cosas».

La iniciativa partió, según se dice, de un asunto relacionado con una tal Carmen Bellido, que es una antigua compañera de clase de Eduardo Garzón, que es el hermano de Alberto Garzón, el ministro de Consumo, que bueno, sobre el papel se llevan bien y todo lo que tú quieras, pero Eduardo es más guapo y el otro, por mucho que haya llegado a ministro, es un tío, digamos, un poco… a ver, como un poco pringaete, y él lo sabe y le toca los cojones, pero bueno, a lo que iba: que la Carmen esa, amiga del hermano, resulta que se queda embarazada de alguien a quien los Garzón conocen -de hecho, flipa, es un Espinosa, o sea, está emparentado con ellos- y se ve que es una movida porque el tipo está casado, y si esto sale a la luz, se lía. Pero qué pasa, pues que el ministro, Alberto, tuvo una especie de rollete con ella, algo de hace como quince años y tal, pero no acabaron muy bien, y Alberto, que ya he dado a entender que es un poco rencoroso, podría liarla con esa información si le llegara. ¡Y vaya si le llega! Resulta que Alberto se entera de la movida porque alguien -Íñigo Rodera, asesor del Gabinete de la Presidencia- se lo suelta así como quien no quiere la cosa -«Oye, Alberto, ¿te has enterado de que la Carmen, la de Fotoprix, está embarazada de un tío que está casado?», le deja caer-, y entonces el Garzón se vuelve loco y quiere que se arme la gorda, por pura venganza, porque la pava le hizo la cobra y está chinado, y porque ya digo que es un poco así por mucho que tenga cara de bueno, que esos son los peores. Pero qué pasa, pues que la LOPD le impide dar nombres, y sin poder dar nombres, a quién coño le iba a interesar la movida. Total, que empieza a mover lo de introducir cambios en la ley esa, que no es su competencia ni nada, pero como se lleva bien con Nati, la que está en el equipo del Bolaños, pues logra crear cierto clima de debate interno. Pero Eduardo, el hermano, por lo que sea se entera del asunto -probablemente por el propio Rodera, con el que también se lleva, porque ambos son un poco borrachines y suelen desfasar de vez en cuando en el Destellos, el bar ese que está al lado de la sala Galileo-, y al enterarse se lo ve venir, y pilla por banda al hermano y le dice: «Oye, tío, esto no, eh, esto no lo hagas porque es una canallada, joder, pasa puta página y no vayas jodiendo a la gente, y menos a una tía que lo único que hizo fue decirte que no, que luego te las das de feminista pero te pones de una manera que vamos, es una reacción súper rancia y no me parece ni medio normal, y encima eres un hipócrita porque tienes pareja e hijos, me cago en dios, chaval». Y el Alberto se hace el loco, como siempre, y tiene los cojones de decir que es una «iniciativa parlamentaria» que no tiene nada que ver con su vida personal y tal. No se lo cree ni él. Y ya sabes cómo es, empieza a sudar como un cerdo y zanja el asunto como siempre, diciendo que «no tengo por qué hablar de esto» y que «eso es información interna privada y tengo una responsabilidad». Interna y privada, dice, ¡el mismo que está intentando cargarse la LOPD! Vaya cojones tiene. Bueno, pues eso, que la movida viene de ahí, y si el Edu no le convence de lo contrario, se saldrá con la suya, porque el cabrón está en racha desde hace unos años, y mira que se le echan encima, pero se levanta y ahí sigue, dale que dale, y parecía tonto.

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