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La RAE añadirá soledad a «solo»

LA ENTIDAD ARGUMENTA QUE EL ADJETIVO "SOLO" NO REFLEJA LA SOLEDAD QUE SIENTE EL HABLANTE DE HOY EN DÍA

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Poco después del revuelo informativo que se levantó al anunciarse que la Real Academia iba a añadir la tilde a la palabra «solo» en determinados contextos, la entidad ha vuelto a sorprender esta mañana con un comunicado en el que asegura que «solo» tendrá «más soledad que antes» cuando se use como un adjetivo.

«La lengua se va transformando en un contexto social siempre cambiante y esta institución tiene el cometido de reflejar ahora una realidad en la que el hablante se siente más desprovisto que nunca de calor afectivo. Pese a la explosión de las redes sociales y a la fiebre comunicativa que trae aparejada, desaparecen los vínculos intersubjetivos profundos y, cuando decimos que nos sentimos solos, nos referimos hoy en día a una soledad casi ontológica, irremediable y se diría incluso que inefable. Por tanto, se requiere más soledad en el solo, el adjetivo, para que, al decir que estamos solos, podamos ser más fieles que nunca a ese sentimiento de vacío», reza el texto difundido hoy en la página web de la RAE.

Al poco de publicarse el anuncio oficial, el director de la entidad, Santiago Muñoz Machado, ha confesado a los medios de comunicación que se siente solo. «Estoy solo. Y no es por la pandemia, porque hablamos mucho de la pandemia, que también tuvo sus efectos, pero permítanme que insista en que no es por la pandemia. Algunos pensarán que el prestigio inherente a mi cargo, las eminencias que me rodean, todo esto… pensarán ustedes que es suficiente para colmarme. Y lo cierto es que no. En términos de Habermas, por un lado está el mundo objetivo, digamos, los logros académicos que constan en los papeles, y luego está lo que Husserl llamaba lebenswelt, el mundo de la vida, y es en este aspecto en el que se revela el gran vacío. En mi caso, al menos. Esos momentos en los que te quedas mirando un punto fijo de la pared y se te humedecen los ojos. Y te preguntas para qué todo esto. Para qué dirigir la RAE si luego la gente se pasa las cosas por el forro de los cojones, con perdón. Y hacen tuits con chanzas y estupideces. Volviendo a Habermas, todos los aplausos enmudecen en mi mundo subjetivo, el cual se me revela como una cáscara vacía. Sin mi traje, en pelota frente al espejo, no soy más que un viejito de un pueblo cordobés. Lamento la imagen que acabo de invocar, pero déjenme que vierta la siguiente reflexión, espero que certera: sin emoción, el conocimiento es un constante tragar arena. Llenas tu intimidad de arena conceptual, de hallazgos teóricos y conversaciones elevadas… pero no deja de ser arena que te seca por dentro hasta drenarte entero. Porque no vivimos para pensar, pensamos para vivir. Yo lo que quiero es vivir, entiéndase esto, y creo que cualquiera puede comprender dicho anhelo. Y en ese empeño me siento realmente abandonado y solo, encontrándome además en el otoño de mi existencia. Pasan los años, se me escurre la vida entre los dedos, y el pasto parduzco del que deberían brotar emociones no es más que un desierto estéril regado únicamente con palabras, palabras y más palabras que ensucian el espacio con sonidos que se desvanecen sin dejar huella ninguna en mi persona. Si la vida es música, soy incapaz de retener la melodía. ¿Se me entiende? Estoy divagando. Divagando, además, para nadie. De modo que concluyo y ya les dejo en paz: ese intento de añadirle soledad al adjetivo de marras por parte de la Real Academia de la Lengua es un proyecto personal mío que se debe al hecho de que estoy un poco triste estos días. Justo es reconocerlo. Me basta con que no se choteen de esto como lo hicieron con la puta mierda de la tilde. ¿Se me ha entendido esto último? No hagan bromas, por favor. La soledad es un charco de veneno y la risa nos lleva a chapotear en él, esparciendo sin ton ni son los goterones de miseria. Mi desazón no es cosa de broma», ha expresado.

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