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La psicóloga le dice «confía en ti mismo» pero ella misma se niega a invertir en su empresa de criptomonedas

"ME DICE QUE SEA YO MISMO, PERO ELLA PREFERIRÍA MORIRSE ANTES QUE SER YO MISMO", EXPLICA

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Consciente de que su paciente tiende a dudar de su propia valía, la terapeuta de Rodrigo Avendaño lleva varias sesiones trabajando la autoconfianza e insistiéndole para que no ponga en duda constantemente sus propias capacidades. «Me insiste para que confíe en mí mismo y no cuestione mis convicciones porque esto lleva a la parálisis y no me permite crecer», explica Avendaño. El problema, señala, es que «la psicóloga me da largas cuando le explico mi idea de criptonegocios en la nube y le pregunto si le interesaría invertir».

El paciente considera que su falta de confianza tiene su origen en la desconfianza ajena, y critica que su psicóloga es parte de este problema. «Dice que confíe en mí, pero ella no confía en mí. Me paso la hora detallándole mi plan de negocio y luego me dice que baje al cajero si me faltan diez euros, que no le gusta que le dejen nada a deber», denuncia. «Y la cosa es que creo que hace bien porque no soy muy de fiar, igual la semana que viene estoy arruinado. Pero que yo crea eso es, según ella, lo que tengo que cambiar. ¿En qué quedamos?», añade.

«Te dicen que seas tú mismo, sin miedo, pero nadie se atreve a ser tú mismo, todos prefieren ser ellos mismos, no sé si me explico. Está claro que, si pudieran elegir ser otra gente, mis conocidos no me elegirían a mí. Entonces, ¿para qué tanta insistencia en que sea yo mismo, si ellos mismos prefieren ser cualquier otra cosa que no sea yo mismo?», argumenta.

«Voy a la psicóloga para cambiar. No para confiar en la mierda de persona que soy. Criptomonedas, en fin. Todos han dejado de confiar en ellas menos yo. Porque yo intento hacer lo que me dice la psicóloga, que tampoco parece muy entusiasmada con las criptomonedas. Creo que desconfiar de mí mismo es lo más sensato que estoy haciendo, pero ella se empeña en darme seguridad», se queja Avendaño.

El paciente logró forzar finalmente un cambio de estrategia de su psicóloga cuando le confesó que, si seguía invirtiendo en su propio negocio de criptomonedas, que era la ilusión de su vida, tendría que dejar de ir a la consulta porque no tendría el dinero suficiente para pagar las sesiones. «Entonces sí conseguí que me diera la razón: me confirmó que mi negocio era una estafa abocada a la ruina, y me ordenó que no volviera a fiarme de mis instintos», relata.

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