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Así es la colección de 750 muñequitos que ha moldeado Edurne con su propia mierda

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«Este costó, este costó», dice Edurne mientras sujeta uno de los cientos de muñecos que colecciona y que ha moldeado ella misma con su propia mierda. No miden más de 12 o 18 centímeros y los hay del Capitán América, de Iron Man, de Madonna… «Tengo tantos que ya no sé. Mira este [señala uno de Ron Weasley, inseparable amigo de Harry Potter]: es una edición especial porque me salió más grande de lo normal… No sé qué había comido el día anterior, pero…», explica la cantante. Está buscando el muñequito perfecto para su amigo Luis, que cumple años. «Me cuesta desprenderme de ellos», admite.

La cantante madrileña es una enamorada de sus muñecos y hemos tenido el privilegio de visitar su colección, que ya alcanza los 750 («quiero llegar a 2000», dice, como retándose a sí misma) y que guarda a buen recaudo en una habitación propia de Mánchester, con todos los muñecos en exposición, en estanterías diseñadas para que sean iluminados y exhibidos convenientemente. Muchos están guardados en cajas, por si en un futuro se avecina una mudanza.

«Son funkos, pero los hago yo y son más bonitos que los originales, francamente. Aunque no es difícil», explica entre risas.

«El primero fue un funko de Rapunzel, una de mis películas favoritas de Disney. Luego empecé con Juego de Tronos y, cuando ya tuve tres, pensé: ‘Uy, qué bonitos quedan’, y ya no pude parar”, explica la artista a El Mundo Today. Para Edurne, los muñecos que moldea con sus propios zurullos van más allá del mero capricho o afición. «Para mí no son juguetes, son auténticas piezas de arte diría… son como mis hijos», explica la cantante. Según ella, la gracia está en que «no puedes comprar algo así, solo puedes hacerlo tú misma, con tus manos, con tus uñas».

«Me gusta acumularlos, ponerlos en la estantería, quitarles el polvo… Sí, me paso tardes enteras mirándolos», dice orgullosa. No deja que nadie los toque por si se rompen (son muy frágiles) pero sobre todo porque «perderían esa aura de objeto de coleccionista, esa pureza».

«Este de aquí es Joan Manuel Serrat, aunque es verdad que tampoco se le parece mucho y me cuesta distinguirlo de los otros 700 muñecos, pero me entretiene redondear la cabeza, ponerle ojitos…», explica la cantante.

Como buena coleccionista, lo tiene todo muy organizado y tiene su propia manera de hacer las cosas: «Hago caca aquí, intento que no caiga orina porque necesito que la pasta esté seca y sea consistente, si no, no se puede», dice señalando un cubo.

«Como mucho cuscús, es lo que va mejor», dice.
Pero conoce ya todos los trucos: «si quieres hacer un personaje muy oscuro, como Darth Vader, lo mejor es el arroz negro».

Se ha convertido, según explica, en una experta en tonos de marrón. «Soy como los esquimales con la nieve… pues yo con la caca, con mi propia caca, ¿eh? O sea, esto es algo muy personal… Bueno, o con la de David». Edurne comparte la afición por el coleccionismo y la escultura con su pareja, el portero David de Gea, de quien ha moldeado unos 27 muñequitos distintos, hechos todos con boñigas.

«Persona que veo y que me gusta, persona de la que esculpo un monigote hecho de cacotas», dice para concluir. La cantante por ahora rechaza venderlos, pero asume que su colección podría costar una millonada en el mercado de segunda mano. «¿Por todos estos 750 muñecos hechos de heces humanas? 30 euros sacas», dice orgullosa.

Para muchos, los personajillos que Edurne ha esculpido con sus propios dedos tras expulsar una cantidad adecuada de caca por su ano son solo unos muñecos de ojos saltones, pero la realidad es que son mucho, mucho más, aunque cada vez le cuesta menos esfuerzo esculpirlos. «Hay veces que me salen ya hechos», admite entre risas y guiñando un ojo.

Finalmente, Edurne decide que a su amigo Luis le regalará otra cosa, porque sus muñecos son suyos y de nadie más.

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