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Un oftalmólogo usa el test de visión como excusa para obligar a un paciente a leer su novela

EL ESPECIALISTA INSISTE EN QUE EL TEST SIRVE PARA COMPROBAR "SI PUEDE VER LO QUE ESCONDEN LOS PERSONAJES"

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Jorge García, natural de Cáceres, ha protestado esta mañana en las redes sociales porque, según dice, lleva casi un mes acudiendo a su cita diaria con el oftalmólogo sin padecer «ningún trastorno, que yo sepa». El especialista insiste en que García debe completar un test de visión «para saber cuántas dioptrías tiene y detectar posibles problemas, a modo preventivo».

«Ya me dijo que llevaría un tiempo, pero cuatro horas diarias, y quién sabe durante cuántos meses, no es lo que suele durar una revisión. Al menos no es la idea que yo tenía», señala el paciente. El oftalmólogo considera que «igual sí tiene problemas de visión, porque está viéndolo todo más grande de lo que es».

La realidad, pese a las explicaciones del oftalmólogo, es que el supuesto test se está demorando mucho más de lo normal. «Una revisión estándar puede completarse en diez minutos, esto que hace este señor es raro», confirman desde la Asociación Profesional de Oftalmólogos de España.

«Desde el principio, en vez de pedirme que identifique letras, me hace leer frases completas. Y lo leo todo perfectamente, pero aún así me muestra en la pantalla una frase tras otra, pidiéndome que lo repita todo en voz alta, a veces incluso corrigiéndome el tono, que ya me dirás qué tiene que ver esto con la visión. Luego, apaga la pantalla y me hace preguntas sobre lo que acabo de leer, como por ejemplo qué opino del cambio en la vida de la protagonista, si creo que sucede muy pronto o si parece poco creíble», relata el paciente. «Dice que tengo criterio, pero de mi supuesta miopía no me dice nada, según él es pronto aún», lamenta.

«Es un test que se llama Espiral de otoño y es un texto diseñado para poner a prueba no solo la visión del paciente, sino también su capacidad de retentiva y comprensión, porque ver bien no solo sirve para no tropezarse, sino para poder captar sutilezas, ya sea un gesto determinado de un personaje o el viaje emocional de una mujer madura que, sin esperarlo, asiste a la demolición de los pilares que hasta entonces sostenían su vida y la de su familia. Por eso la novela, bueno, el test de visión, se llama así, Espiral de otoño, porque de alguna manera es una vorágine sin fin, una especie de caída hacia cierto abismo en la etapa final de la vida de una persona. Y creo que eso es lo interesante también, ¿no? Porque pocas veces nos centramos, como oftalmólogos, en historias protagonizadas, no ya por mujeres, sino además por mujeres de cierta edad, esa edad en la que se vuelven invisibles. De alguna manera, como profesional, lo que estoy intentando es que Jorge corrija su falta de visión también en estos aspectos más sociológicos, que aprenda a fijarse en este tipo de personas, ¿no? Que sepa ver dentro de las personas, que pueda leer la corriente interna de emociones que nos atraviesan. Es que ya no estamos hablando solo de miopía o de astigmatismo, estamos hablando de la visión como ser humano que está en el mundo y es capaz de percibir con nitidez aquello que le rodea, y reaccionar en consecuencia. Yo enseño a ver para vivir, y eso es un aprendizaje que lleva su tiempo», se defiende el oftalmólogo, que admite que lleva años trabajando en el desarrollo de su prueba de visión aprovechando «las tardes tontas y los fines de semana».

El especialista confiesa que se ha ofrecido a varias empresas para someter a los empleados a su test de visión «de forma totalmente gratuita». Empresas todas ellas del sector editorial, donde cree que «es fundamental que la gente vea bien, sobre todo para detectar posibles bombazos editoriales».

«Espiral de otoño es un test de visión y de sensibilidad, de las dos cosas, y si no eres capaz de leer entre líneas, entonces es que estás ciego. Y yo con ciegos ya no puedo trabajar, porque no puedo hacer nada. Ya se lo dije a los de Temas de Hoy, que parece que están demasiado ocupados para atender a lo básico, e igual se están perdiendo lo más importante. Vamos, digo yo. O sea, si no te emocionas con el trayecto vital de Gabriela, si no lloras a lágrima viva, entonces, no sé, o tienes las vías lagrimales obstruidas o igual necesitas ir por la vida con un bastón, ¿no? Un bastón emocional, quiero decir. Porque estás ciego. O con un perro guía, un perrito que te obligue a reconectar con tus sentimientos atrofiados, porque vamos… si no sientes nada con esta novela, o con este test, como lo quieras llamar… pues o estás ciego o es que eres gilipollas. Y esa sería mi visión como experto», zanja.

Jorge García considera seriamente cambiar de oftalmólogo, pero al mismo tiempo reconoce que tiene cierta curiosidad por saber cómo acaba la historia.

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