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«Creo que el café que me han puesto no era descafeinado», dice una persona que lleva cinco horas corriendo desnuda por Gran Vía

"HE PEDIDO DESCAFEINADO DE MÁQUINA Y AHORA LA MÁQUINA SOY YO", DICE

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Miguel Castaño, un cliente del bar El Padrecito que lleva varias horas corriendo desnudo por la calle Gran Vía en Madrid, sin saber por qué ha empezado a sospechar, según ha declarado a la prensa, que el café que le han servido esta mañana a primera hora no era descafeinado. «Lo he pedido descafeinado y quizá algo de cafeína sí que lleva porque tengo muchísimo calor y no puedo dejar de correr, adelantando a los coches y gritando que el mundo es mío, cosa que no había hecho nunca antes», ha declarado.

«La ropa es un lastre, ¿no crees? Sobra, no hace falta, si te mueves suficientemente rápido, tu cuerpo irradia calor de forma natural, nunca me había sentido mejor. ¿Ves ese autobús? Voy a adelantarlo y luego voy a correr a su alrededor», ha declarado Castaño mientras escalaba una farola.

«¡¡¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhh!!!», ha dicho.

«Tengo la ligera sospecha de que el café, finalmente, sí que tenía algo de cafeína. Quizá no mucha, pero algo», ha admitido. A continuación, ha anunciado su intención de saltar desde al techo de un autobús en marcha para luego agarrarse a un andamio y utilizarlo para subir a la azotea del edificio para atravesar Madrid por los tejados y entrar a su oficina por una de las ventanas.

«No te puedes fiar de los camareros, realmente, hay que estar encima de ellos… Pero igual no, igual es cosa mía y a lo mejor el café sí que era descafeinado y simplemente hoy tengo mucha energía, porque nunca me había encontrado tan, tan bien. Estoy estupendamente, supongo que simplemente he dormido mejor de lo habitual», ha dicho justo antes de pelearse a puñetazos con un buzón de Correos con el que se ha tropezado.

Castaño también ha empezado a sospechar, tras la diarrea explosiva que le ha sorprendido en plena calle, que la leche que le han servido no era sin lactosa.

Actualización: Miguel Castaño ha fallecido de un ataque al corazón y, por tanto, no ha tenido ocasión de preguntarle al camarero del bar El Padrecito si el café que le ha servido llevaba o no cafeína, por lo que tendrá que ser la autopsia la que lo revele.

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