Después del parón navideño, esta mañana un señor de Segovia ha acudido a su nutricionista, con la que lleva seis años intentando controlar su peso, para una revisión periódica. La mujer le ha recibido extrañada, preguntándole si se conocían de algo. «Soy Toño. Me recorté un poco la barba», ha aclarado el cliente, a lo que Celia Castán, la dietista, ha reaccionado tumbándose muy lentamente en el suelo y haciéndose la muerta «porque es lo que te dicen que hay que hacer ante el ataque de un oso».
Castán sigue convencida de que «eso» no es «mi Toño», al que dice que conoce perfectamente y por tanto es capaz de distinguir «de alimañas del bosque que bajan a la ciudad para alimentarse de basura». Insiste en que «el calentamiento global está cambiando los hábitos de muchos de estos animales, supongo que hay que acostumbrarse, pero asusta».
La nutricionista ha intentado echar al cliente del local muy suavemente, hablándole con dulzura para evitar una reacción violenta. «Que soy Toño, hostias. Igual he ganado un poco de peso, pero para eso estoy aquí, ¿no? ¿O qué?», ha insistido el hombre. Viendo que se ponía agresivo, Castán ha optado finalmente por expulsarlo a escobazos.
Como ha regresado alteradísimo a su casa, con la cara roja de ira, los familiares de Toño tampoco lo han reconocido y le han impedido la entrada al domicilio. En estos momentos, el hombre recorre las calles alimentándose de basura.
