«No necesito nada, de verdad, no te gastes dinero en mí». Repitiendo estas palabras como un mantra resiste en estos momentos Juan Gruño en el sótano húmedo y sin ventilación en el que su mujer lo encadenó hace una semana sin intención de soltarlo hasta que le dijera qué quería que le regalara en Navidad. «Tengo de todo, joder, es que tengo de todo», reitera el hombre, con miedo a lo que su esposa pueda hacerle si no obtiene pronto la información que desea.
Con un foco clavado en la cara, y alimentándose de pan duro y agua, Gruño le suplica a su torturadora que lo deje estar, que improvise, que cualquier regalo es bueno si se hace con amor. «Prefiero algo sencillo hecho desde el cariño que un regalazo fruto de la violencia», argumenta. Su pareja, sin embargo, no está dispuesta a ceder y recuerda que ella no ha inventado la tradición de regalarse cosas por estas fechas.
«No me pidas un anillo porque es posible que te tenga que cortar los dedos uno a uno si no me das ideas», ha amenazado la mujer esta mañana, exhibiendo unos alicates.
Al cierre de la edición, a Gruño se le ha ocurrido preguntarle a su esposa «¿Y tú qué vas a querer?». Tras un silencio tenso, y justo cuando él creía que había desarmado a su secuestradora, ella ha replicado «Ya te dije lo que quería yo. ¿Es que no te acuerdas?».