Esta semana, la Comunidad de Madrid ha puesto de médico en un hospital a un señor que había donado su cuerpo a la ciencia. Tras el deceso, lo han llevado a las Urgencias de un centro médico cercano y lo han sentado en un despacho, donde lleva horas pasando consulta a diferentes pacientes.
La familia del fallecido está contrariada, pero acepta que su voluntad era ayudar a la ciencia. “Su cuerpo está sirviendo para atender a muchos pacientes que llevan horas haciendo cola”, aseguran los responsables del hospital. “Es un médico callado, no huele especialmente bien, pero a mí me atendió al momento”, reconoce uno de sus pacientes.
El caso de este señor no es el único. Esta misma mañana, un paciente que falleció en el Hospital Universitario de La Paz ha sido inmediatamente reubicado como médico. “Es una pena que no hubiera muerto unos segundos más tarde, porque entonces se habría podido atender a sí mismo”, lamentan los enfermeros.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha lamentado que la mayoría de los ancianos no done su cuerpo a la ciencia porque, de haberlo hecho, en la pandemia ya habrían cubierto todos las plazas que tanta falta hacían.
Desde la Comunidad de Madrid también piden más donaciones de sangre con la esperanza de poder utilizarla para formar seres humanos nuevos y ponerlos a trabajar también como médicos en los hospitales.