Esta mañana, un español adulto se ha mostrado en contra del consentimiento sexual porque le cae mal una ministra. Este hombre, con su trabajo, sus amigos y su pareja, no estará a favor del consentimiento sexual y de la protección de las mujeres hasta que esa ministra que no le cae bien deje de legislar.
Este adulto español considera que él es el primero en querer lo mejor para la mujer, pero no mientras haya una persona que no es de su agrado tomando decisiones en el Gobierno. Nada más enterarse de que la aplicación de una nueva ley, impulsada por la ministra en cuestión, estaba provocando algunas reducciones de penas a violadores, este hombre se ha alegrado mucho, aunque después se ha apresurado a hacerse el ofendido en sus redes sociales.
Incomprensiblemente, el odio visceral que este español adulto siente hacia una mujer se está proyectando también hacia las demás mujeres, pues no quiere que les vaya bien porque eso supondría que la ministra a la que odia está haciendo bien su trabajo, y este hombre adulto prefiere tener razón a vivir en una sociedad más justa y segura para todos.
No es la primera vez que este español adulto vive una situación parecida. Hace unos años, ya se alegró enormemente de perder una serie de derechos laborales con tal de que un partido político que no le gusta perdiera las elecciones.