Incorporándose de forma gradual, un poco antes o un poco después dependiendo de la comunidad, los piojos españoles han afrontado estos días la vuelta al cole tras unos meses campando a sus anchas por establos y granjas. «Como cada año, llega el momento de aferrarse a la rutina», reconocen los piojos.
«Cuesta arrancar», certifica la mayoría de los Pediculus humanus capitis, aunque muchos de ellos son repetidores y saldrán adelante sin demasiado esfuerzo, descansando sobre sus propios huevos y teniéndose en pie siempre por los pelos. Otros, sin embargo, aprovecharán para sentar la cabeza.
«Para muchos de ellos, es una etapa importante para su desarrollo vital y en el colegio vivirán una serie de experiencias capaces de cristalizar en una auténtica metamorfosis», explica Diego Morante, profesor de biología, mientras pasa revista con los dedos, detenidamente, a las nuevas incorporaciones del curso.
Como ocurre también cada año por estas fechas, los más avanzados darán el salto a la universidad.