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Los bares dejarán usar el baño a sus clientes solo para defecar y orinar productos consumidos en el local

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“—Buenas, ¿puedo usar el baño un segundo? —No. Es sólo para clientes y para orinar y defecar bebidas y comidas servidas en el local”.

A mucha gente le ha pasado: estar con la vejiga a punto de estallar, dirigirse a un bar solo para usar el servicio y que el personal del mismo recuerde que este es solo para clientes. Pues a esta restricción se suma ahora otra: muchos bares piden a sus clientes que se aseguren de que orinan y defecan materia orgánica resultado de productos consumidos en el local y no fuera. “Es lo lógico”, dicen los restauradores, hartos de que sus instalaciones se utilicen que gestionar residuos que, consideran, no les corresponden.

“Si a media comida tienes caca, es evidente que esa caca no se ha consumido en el local, porque no ha dado tiempo a digerirla, por tanto lo suyo, y esto es educación mínima, puro sentido común, es irse a casa, hacer esa caca allí y regresar al local a seguir comiendo”, explica Mariluz Ruipérez, de la Tasca Arquímedes de Valladolid. Considera que “no es normal, ni de recibo” que sus servicios, pagados por ella, se utilicen para dar salida a las deposiciones generadas por la comida de otro establecimiento. 

“Cada palo que aguante su vela”, insiste Mariluz.

Por supuesto, muchos bares están dispuestos a dejar que sus clientes regresen horas o días después, a miccionar o a defecar lo que una vez fue consumido en el local. “Nos quedamos con su cara o puede enseñarnos el recibo para comprobar que, efectivamente, 24 horas atrás esa persona comió en el local. O pueden traer el asunto en una fiambrera, como quieran”, explica un restaurador de Madrid.

En el restaurante El Socarrazo, especializado en arroces de pescado, aseguran que confían en los clientes, pero que algunos hacen “la pirula” y usan el baño asegurando defecar lo que han consumido allí y no siempre es el caso. “Y lo sabemos porque aquí se sirven muchos arroces negros y eso no falla, ¿pero qué puedes hacer?”, se queja Matilde Pinrel, la dueña del local.

“Aquí solo servimos bebida y sin embargo muchas veces hay gente soltando unos tordos que no proceden y que nuestros no son”, denuncia también Juanjo Copón, del bar de copas El Pedal. Muchos restauradores se sienten desahuciados por una normativa que no les protege.

Asimismo, los camareros ya han avisado de que, a partir de ahora, solo ayudarán a hacer maniobras de Heimlich a los clientes que se atraganten con comida del local (aunque este caso suele ser el más habitual).

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