«Yo no he matado a nadie», se ha quejado entre lágrimas Juan Carlos I al saber que no podría compartir espacio con altos mandatarios sino que estaría sentado con los hijos y nietos de estos en la mesa infantil. «Jopé, ya está bien», se le ha visto gritar llorando y cruzando los brazos mientras se peleaba por un muslo de pollo y unas patatas fritas con Kevin, nieto de un aristócrata de Bath.
Aún así, y pese a los esfuerzos de Zarzuela por evitar la foto de Juan Carlos I compartiendo espacio con el rey Felipe, finalmente el monarca español se ha visto obligado a acercarse a la mesa de los niños a reñir a su padre y a cortarle la escalopa en trozos pequeños.