Una conversación grabada por el excomisario José Manuel Villarejo y en la que participan, junto al policía corrupto, el periodista Antonio García Ferreras y el directivo de Atresmedia Mauricio Casals, ha destapado estos días la pertenencia de la cadena La Sexta al grupo de comunicación Atresmedia y, por tanto, su dependencia del poder económico y de la derecha española y el Opus Dei.
«Al final resulta que también La Sexta es un negocio y una herramienta de manipulación que sirve a las grandes élites. ¿Qué nos queda ahora? ¿Es que solo podremos informarnos en el diario El Mundo?», se preguntan ahora los españoles, que recuerdan que «el buen periodismo es fundamental para la salud de una democracia».
Los españoles siguen sin asimilar que Casals, presidente de La Razón, controla La Sexta, una cadena que creían escorada a la izquierda y, sobre todo, al servicio del periodismo. «Entonces Ferreras es relaciones públicas del grupo Planeta, y un conseguidor», razona la ciudadanía.
La noticia ha sentado como un jarro de agua fría también entre los profesionales del periodismo que trabajaban para la cadena sin estar al tanto de su pertenencia a Atresmedia. «Llevo meses intentando que me compren un reportaje sobre Glovo, ahora se me ha quedado cara de idiota», comenta una periodista que acaba de saber que Atresmedia invirtió más de 50 millones de euros en la empresa de reparto de comida.
«Al final tendremos que pagar suscripciones a medios que sean realmente independientes de los grandes conglomerados económicos para tener acceso a una información sin adulterar», concluyen los españoles. «Pero, claro, para ello igual tendríamos que darnos de baja de Netflix y pedir menos comida a Glovo. No hay salida, estamos condenados», concluyen.
