Si buscas una nueva vivienda, es muy probable que te plantees la siguiente pregunta: ¿es más inteligente optar por el alquiler, por la compra o por pedirle a un amigo que te deje dormir unos días en su sofá y, poco a poco, ir quedándote a vivir con él sin que se atreva a echarte?
Por un lado, alquilar te puede parecer a largo plazo «tirar el dinero», porque la propiedad nunca será tuya; por otra parte, firmar una hipoteca también supone desperdiciar una gran parte del dinero en intereses, impuestos o comisiones, pero pedirle a un amigo que te deje dormir unos días en su sofá y, poco a poco, ir quedándote a vivir con él sin que se atreva a echarte también puede acabar deteriorando una amistad.
La elección, a simple vista, no es fácil. No es mejor una opción que la otra, sino que dependerá de cada caso. En España, históricamente, se ha apostado más por pedirle a un amigo que te deje dormir unos días en su sofá y, poco a poco, ir quedándote a vivir con él sin que se atreva a echarte, y no por el arrendamiento o por la adquisición de viviendas. Por eso, antes de tomar una decisión tan importante, es necesario haberse planteado varias cuestiones: ¿Cómo de amigo es ese amigo? ¿Es cómodo su sofá? ¿La vivienda de tu amigo es de alquiler, de propiedad o le pidió a un amigo que le dejara dormir unos días en su sofá y, poco a poco, se quedó a vivir con él sin que se atreviese a echarle?
Cada vez más jóvenes están optando por pedirle a un amigo que les deje dormir unos días en su sofá y, poco a poco, ir quedándose a vivir con él sin que se atreva a echarles, pero eso puede crear una burbuja inmobiliaria que acabe explotando y dejando a España sin amigos, y por tanto a millones de personas sin un lugar en el que dormir.
La recomendación de nuestros expertos de Idealista es sencilla: invierte tu tiempo en estrechar lazos afectivos y no en estudiar o trabajar, porque al final, el que tiene un amigo tiene un tesoro, y es más barato aprovecharse de una amistad que pagar un alquiler o una hipoteca.
