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Los españoles, incapaces de iniciar la revolución porque las botellas de alcohol del supermercado con las que hacer cócteles molotov están en una vitrina con llave

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Reconociendo que la revolución proletaria tendrá que esperar, los españoles han informado a la prensa esta mañana de que se ven incapaces de salir a quemarlo todo porque las botellas de alcohol del supermercado con las que es posible elaborar cócteles molotov se encuentran en una vitrina cerrada bajo llave. «Que te cobren 10 euros por una botella de Larios da ganas de salir a quemarlo todo, pero es imposible porque cuesta 10 euros una botella de ginebra Larios y las tienen muy bien protegidas, así que tampoco las puedes robar porque hay un cristal», explica una persona que ha acudido al supermercado Bon Preu de la Avinguda Mistral de Barcelona con la intención de comprar una botella de cristal llena de alcohol y empezar un alboroto que ponga en jaque un sistema que es claramente injusto e insostenible.

«Tienes que romper el cristal o pedirlas en la caja y, entre una cosa y otra, ya se te quitan las ganas de hacer la revolución, que al final es una cosa muy del momento», se queja.
Cuando no están protegidas por una vitrina, esas botellas de alta graduación con las que es posible, por ejemplo, quemar coches de policía, edificios institucionales o locales de franquicias y de multimillonarios, tienen sistemas antirrobo, por lo que pitan al salir con ellas bajo el abrigo. «Es imposible, el sistema lo tiene todo muy bien pensado y el capitalismo se blinda para que no podamos ponerlo todo patas arriba y construir una utopía», lamenta este cliente del supermercado al que finalmente, y tras ver los precios, se le han quitado las ganas de iniciar una revuelta y ha vuelto a su casa con las manos en los bolsillos.

«Sí, claro, te dicen ‘eat the rich’, pero es que así no se puede. ¿Seis euros por una botella de vodka? ¿Quién puede permitirse eso? Ahora mismo, la revolución solo se la pueden permitir los ricos», se queja otra persona que quería arrasar un edificio de Endesa para quejarse por el precio de la luz.

Esta misma persona confiesa que no es la primera vez que ha tenido que desistir en sus intentos de atentar contra el status quo: hace dos años, salió de casa con la determinación de comprar una lata de berberechos y tirársela al presidente Pedro Sánchez a la cabeza para protestar por el precio del combustible, pero se quedó con las ganas porque las conservas caras también están protegidas por una vitrina.

«Compraría tomates y huevos para ir a tirarlos a edificios institucionales, pero están a unos precios que…», lamenta este mismo cliente, que se ha resignado a vivir en un mundo injusto.

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