Dos semanas después de su vuelta, el entorno del Gobierno se ha declarado cansado de que Pedro Sánchez insista en decir “cuando estuve en la guerra” para referirse a su visita a Ucrania. El jefe del Ejecutivo lleva días resguardado en su despacho con gesto lacónico mientras habla de las cosas horribles que tuvo que hacer allí. “Iba al peor lugar del mundo y todavía no lo sabía”, le repite a los asesores una y otra vez.
En cada oportunidad que se le presenta, Sánchez desliza alguna anécdota sobre su experiencia en la guerra. “Hay que vivirlo para entenderlo y dad gracias por no entenderlo”, asegura el presidente. “Parte de lo que temía era lo que hallaría y lo que haría cuando llegara. Conocía los riesgos o me imaginaba que los sabía. Pero lo que más sentía, mucho más que miedo, era el deseo de enfrentarme a él”, rememora el mandatario a su entorno.
El presidente se pasa las horas fumando y bebiendo whisky en el balancín del porche de La Moncloa ante la preocupación de su mujer. “No es la misma persona que se fue a Ucrania allá por principios de abril”, lamenta María Begoña Gómez. “Soy el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, capullos”, les suele recordar a sus colaboradores cada vez que se le acercan.
Aunque desde el gabinete presidencial intentan distraer a Sánchez, el presidente se sigue definiendo como veterano de guerra e incluso ha empezado a acudir a algunas reuniones de excombatientes de Vietnam, con los que comparte anécdotas y copas a partes iguales. “Solo los que estuvimos allí sabemos lo que es”, insiste el líder del PSOE.