Vladímir Putin ha decidido prohibir en Rusia las caricaturas en las que aparece su rostro con el bigote de Adolf Hitler y, en general, cualquier referencia al parecido, físico o ideológico, entre los dos. Fuentes del Kremlin reconocían esta misma mañana que, para Putin, «es mucha presión» que se le compare con el Führer. Aunque se sintió halagado los primeros días, últimamente, según fuentes de la Duma, «sufre el síndrome del impostor».
«Cada cual debe buscar su propio estilo, hay muchas formas de ser grande», admitía Putin a sus asesores estos últimos días, como convenciéndose a sí mismo, según detallan las mismas fuentes. Desde el Kremlin se sospecha que la difusión de estas imágenes con el rostro de Putin caracterizado de Hitler buscan «provocar que Putin se derrumbe por las altas expectativas, cosa que no van a conseguir».
La consigna desde el Gobierno ruso es, por tanto, clara: en adelante, quienes deseen elogiar a Vladimir Putin deberán hacer referencia «única y exclusivamente» a sus propias aptitudes, sin acudir a «comparaciones con otros ídolos históricos».
Rusia advierte de que, si se le sigue comparando con Hitler, «no puede descartarse» la posibilidad de que Putin ordene la construcción de campos de concentración y se decida a invadir Polonia.