Las autoridades afirman que la pareja tiene tendencia a cocinar con demasiada hambre y como consecuencia “calculan mal”, viéndose obligados a guardar las sobras para no sentirse culpables por tirar comida e intuyendo a su vez que nadie se comerá nunca el contenido de ese táper.
Según la investigación, que se inició cuando un familiar dio la voz de alarma al descubrir que el cuscús llevaba dos semanas en el frigorífico, M.G. y C.C. ya tenían antecedentes con un táper de pasta que congelaron a finales de los 90 y que todavía sigue ahí. “No lo vamos a tirar por si un día nos apetece”, se defendía la pareja en un testimonio recogido por este medio.
El portavoz de la familia aseguraba esta mañana que “es probable que las siguientes generaciones tengan que lidiar con este problema tomando decisiones desagradables, como ingerir alimentos congelados desde hace décadas o tirarlos a la basura, aun sabiendo que el 10% de la población mundial se encuentra en situación de pobreza extrema”.
Por otra parte, en palabras de la propia pareja, “hay gente pasando hambre y tirar la comida es una irresponsabilidad, pero tampoco esa gente se va a comer esto en concreto”.
Las redes sociales no han tardado en reaccionar tras conocer la noticia acusando a los protagonistas de “equidistancia”, ya que no han tomado ninguna decisión con respecto al táper y esto es “una cobardía digna del primer mundo”, clamaba Twitter esta mañana con el hashtag #otelocomesolotiras.
La pareja ha pedido respeto ante la situación y, sobre todo, empatía, porque “mañana también te puede pasar a ti”, declaraban mientras se disponían a hervir cuatro paquetes de pasta “por si acaso no llega”.