Lo que parecía un día más en El Provenciano (Cuenca) ha resultado ser uno de los días más negros en la historia del Banco Manchego. Un anciano acudió a la única oficina bancaria del pueblo en el horario para pagar el recibo del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), que es el primer miércoles de cada mes de 11:00h. a 11:05h., y de 10:10h. a 10:13h. en año bisiesto con cita previa. El resultado: pérdidas de más de 2.900 millones de euros registradas en la última semana.
Un encargado le mandó al cajero, pero al ver que el hombre no se apañaba le ofreció su ayuda. Este gesto improvisado desencadenó un efecto mariposa que hundió las acciones de la entidad. El encargado se justifica: «No sé qué me pasó, me dejé llevar, quizá influyó que fuera mi padre».
Según la presidenta del banco, Ana Ortuega March de Goirigolzarri, es posible que ni siquiera el cierre del 80% de las oficinas y el despido de gran parte de la plantilla sean suficientes para sacar a la entidad de la zona de pérdidas: «La gente no sabe lo que cuesta mantener miles de millones de euros en beneficios». Según sus cálculos, Banco Manchego tardará al menos una década en recuperarse. «Nadie se pone en nuestro lugar, este anciano de 93 años actuó con cero empatía», lamenta con ojos vidriosos mientras con la mano derecha acaricia un gato persa.
En la sucursal del pueblo manchego siguen en shock: «Y encima al acabar nos pidió un calendario», repite en bucle el encargado. Mientras tanto, ajeno a todo, el octogenario camina tranquilo calle abajo sin saber que ha hecho tambalearse al sistema capitalista.