«Una comisión de 283.000 euros no es entendible y creo que no es ejemplar». Con estas palabras, y apelando a la transparencia en todo momento, Pablo Casado asestó la semana pasada un duro golpe a Isabel Díaz Ayuso que acabó volviéndosele en contra. Su propio entorno tilda ahora de «error garrafal» que el líder de los populares considerara que la militancia y los votantes iban a poner la lucha contra la corrupción como máxima prioridad. Eligieron, por contra, el bando de Ayuso y despreciaron la rendición de cuentas, como quedó patente ayer en la sede de Génova, donde se concentraron más de 3.500 personas. «¿En qué cabeza cabe? ¿Desde cuándo se ha hecho bandera de la transparencia en este partido? Se valora la gestión, se valora el patriotismo y se valora el liderazgo. Lo de las comisiones entra dentro del primer apartado: gestión», sostiene una fuente de la dirección de los populares.
«Si quiero transparencia me voy a una ONG. Esto es un partido de Gobierno», comentaba a las puertas de la sede central del PP uno de los miles de simpatizantes de Ayuso. «Ya ha dicho que ella no hizo nada. ¿Qué más necesitamos saber? Que le han hecho presentar hasta un informe. Qué vergüenza, con lo guapa que es», se lamentaba con creciente indignación.
«¿Y los ERE qué? ¿Y el casoplón del Coletas? ¿Y la niñera? ¿Y Monedero? Primero, que paguen esos», insistían los votantes del Partido Popular, criticando que se utilice la corrupción para atacar a su partido, pudiendo atacar a otros.
«Mucho feminismo, pero luego no nos creemos la palabra de una mujer», protestan los afines al Partido Popular, que exigen «un cambio inmediato en los estatutos para que la corrupción no pueda usarse como arma arrojadiza para truncar carreras políticas o perjudicar a familiares con la excusa de que son corruptos».
