Perro Dríguez Basterra, profesor de Filosofía en un instituto de Sabadell, ha ganado esta semana tres millones de dólares vendiendo NFT de juicios sintéticos a priori. El «token criptográfico» de juicios extensivos y al mismo tiempo universales y necesarios es el producto kantiano más cotizado después de las ideas platónicas en formato no fungible.
«Al principio me mostré escéptico con esto de los NFT, pero luego me acogí a la estrategia antiescéptica de John McDowell y su empirismo mínimo y me puse a vender ejemplares de juicios kantianos especialmente valorados en el mundo del pensamiento», comenta Dríguez, que se considera «el primer criptofilósofo de la historia o al menos de Sabadell».
Este profesor de instituto ha pedido una excedencia y ahora se dedica a recorrer las facultades de Filosofía de todo el país en busca de «noúmenos, tautologías, categorías del pensamiento o incluso estados mentales susceptibles de poderse vender en formato NFT». Admite que, según los postulados de Walter Benjamin, «la mercantilización fetichista de conceptos filosóficos puede conllevar la pérdida de su aura, tal y como ocurrió con el arte en la época de su reproductibilidad técnica. Pero, chico, de algo hay que vivir y ahora toca aprovechar el tirón del NFT».
Varias asociaciones de filósofos han criticado la especulación con material especulativo, argumentando que especular con la especulación lleva a especular sobre una especulación de la especulación que devalúa la actividad especulativa como mera especulación». Dríguez se defiende argumentando que «todo esto son meras especulaciones».