«Fue visto haciendo ver que se fumaba un cigarro y luego tiraba la colilla por ahí». Con estas palabras justifica Javier Montero, jefe de Recursos Humanos de la compañía Jenkins&Co., el despido fulminante de un empleado al que se acusa de haber provocado el simulacro de incendio que obligó a toda la plantilla a abandonar las instalaciones el pasado miércoles.
«Afortunadamente nadie tuvo que simular su muerte o su hospitalización, pero el simulacro de incendio obligó a interrumpir toda la actividad, echando una mañana entera a perder», argumenta Montero.
El abogado del trabajador despedido está negociando en estos momentos una simulación de despido. «Simular que lo hemos echado le obligaría a simular que está en casa sin hacer nada, y eso es incompatible con su obligación de trabajar en la oficina», señalan desde la empresa.
Lo que sí se ha comprometido a hacer la compañía es simular que abre una investigación sobre lo ocurrido, aunque las cámaras de seguridad de la oficina muestran claramente al acusado tirando al suelo una colilla imaginaria y luego asustándose por las llamas y el humo fingidos que acabaron por forzar la evacuación de todo el mundo.