Cuando Jimena Saulete, de 57 años, pidió ejercer el derecho a morir dignamente allá por el mes de junio, jamás imaginó que con el tiempo iba a encontrarse mejor. Ahora la mujer ha denunciado que lleva meses peleando con la Administración para que le anulen la eutanasia. “Yo ahora me encuentro bien, mi único problema es el infierno burocrático en el que estoy inmersa”, relata.
Jimena lleva desde agosto tratando de pedir la anulación de la eutanasia, pero siempre le falta algún documento o le dicen que no es posible dar vuelta atrás. “Llamas al centro de salud y te pasan con un montón de gente diferente, pero al final no te resuelven nada”, lamenta. “Hace meses le pedí una muerte digna al Ministerio de Sanidad. Ahora que estoy en medio de estas gestiones lo que les pido es una vida digna, una vida sin gestiones burocráticas”.
Ahora mismo, solo una gestión imposible con el DNI electrónico podría sacar a Jimena del embrollo. “Se me acaba el tiempo, solo yo puedo salvarme”, explica a la prensa. Un proceso de eutanasia es tan complejo que la anulación de la eutanasia, la primera que se solicita en España, no está contemplada.
“En el fondo prefería seguir viviendo con insoportables dolores y dependencia que seguir viendo tutoriales de internet sobre cómo conseguir la clave pin del DNI electrónico”, se sincera la afectada.
Dos de cada tres personas que piden la eutanasia en España lo hacen para evitar el enorme dolor de los trámites burocráticos. “La mayoría prefiere hacer una única gestión que les lleve a morir que seguir teniendo que hacer varias al año”, reconocen desde la Administración Pública.