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Los micros abiertos de comedia ya se usan casi exclusivamente para probar el texto que se dirá delante del juez

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Debido a la alta probabilidad de acabar sentados en el banquillo, cada vez más cómicos utilizan las noches de “micro abierto” de comedia que se organizan en algunos bares para probar el material que utilizarán para defenderse a sí mismos en caso de ser denunciados y juzgados. “Voy a varios open por semana, así que algunas noches pruebo chistes y otras noches pruebo alegatos de defensa que he preparado con mi abogado”, explica Adri Romeo, un joven cómico de Barcelona que sabe que, tarde o temprano, acabará sentado en el banquillo como alguno de sus colegas de profesión.

David Suárez, que se enfrenta a un año y diez meses de cárcel y a más de 3.000 euros de multa, así como a la inhabilitación para el ejercicio de su profesión en Twitter durante cinco años, ha estado “probando texto” durante meses en algunos de los bares de comedia de Madrid. “Tengo cinco minutos que son oro puro porque los he rodado mucho, pero según cómo vea al juez… igual me atrevo a probar cosas nuevas, ya veremos”, ha declarado esta mañana antes de entrar en la sala.

“El abogado me ha dicho que no haga nada de crowdwork y que no interpele a los jueces, pero no sé si me podré resistir. Según cómo vea la energía de la sala en ese momento, iré haciendo”, ha explicado el humorista, que espera no pinchar, aunque admite que le falta un buen “remate” que deje al juez con “ganas de más”. 

Es tan habitual ver a humoristas probar texto que en algunos locales de comedia (como Altre Mic en Barcelona, el Golfo Club de Madrid o el Compostela Comedy) el público empieza a resentirse y muchos están hartos de escuchar una y otra vez los mismos alegatos en favor de la creación artística. “El texto que tengo no está mal, pero me falla el delivery: creo que necesito dejar más pausas y acabar la última frase, en la que digo que soy inocente, muy arriba”, explica la cómica madrileña Carmen Romero tras bajarse del escenario y deleitar al personal con 30 emotivos minutos defendiendo su inocencia en una hipotética causa judicial que, según ella misma considera, probablemente esté al caer. 

Pese a que todos los humoristas españoles tienen texto de sobra para un “bolo judicial” que han probado en las sesiones de micro abierto, son conscientes de que no es lo mismo que un texto funcione en esos eventos, donde el público básicamente son amigos y colegas, que en el “circuito judicial”, con un público generalmente frío y que no compra según qué temas.

Muchos cómicos defienden que es injusto no poder acudir a los juicios con otros cómicos de menor talla que calienten al personal antes de que salga el headliner acusado.

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