«Lo de algo para picar y luego un plato cada uno es demasiado obvio, muy trillado». Con estas palabras «tumbó» ayer Javi Pizarro el pedido de unos clientes del bar de Lugo en el que trabaja de camarero pese a que él, de formación, es creativo de publicidad. «Lo que pides dice mucho de ti, cada gesto ayuda a configurar tu marca personal», aclaró a los comensales, que insistían en picar algo pese a que, pacientemente, Pizarro les recomendaba «darle una vuelta» y «no quedarse con la primera idea».
«Los de la mesa de al lado eran como vosotros, les convencí para que empezaran con los chupitos, que normalmente van al final, y ahora están de risas viviendo una experiencia distinta», argumentaba Pizarro.
Aunque los clientes se negaban a reconsiderar su decisión y a modificar el orden de los platos, Pizarro no se rendía. «El cliente suele tener una idea preconcebida y cuesta hacer que se desprenda de ella. Hay que picar piedra», comentaba.
Como la situación no avanzaba y la terraza del local se iba llenando de gente, el jefe de Pizarro «me apartó del proyecto y me asignó otra cuenta», admite resignado.
Pizarro reconoce que tuvo que cambiar de gremio después de que en la agencia en la que trabajaba lo despidieran por servir los cafés fríos.